sábado, 26 de marzo de 2011

EL MESIAS JESUS ¿UN JEFE POLITICO O UN SERVIDOR?


En tiempos de Jesús los judíos pensaban en el Mesías como un jefe político poderoso. Con él lograrían la independencia de los romanos y la grandeza nacional. Serían un gran país.
Los mismos discípulos de Jesús, influidos por el ambiente nacionalista (a pesar de lo claro que Jesús les hablaba: lee Mc. 8,31-33; 9,30-32; 10,32-34) tenían la esperanza de que Jesús establecería un reinado político en el que ellos, sus colaboradores más inmediatos, ocuparían los primeros puestos.
Un día, dos de los apóstoles, que eran hermanos, los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, pidieron a Jesús los dos primeros puestos, los más importantes, en su futuro gobierno, después que él triunfe y sea el rey de su pueblo. Léelo en Mc. 10,35-37 y en Mt. 20,21-21, donde es la madre de los Zebedeos la que hace la petición a Jesús:
"dispón que cuando tu seas rey estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda".
Jesús les respondió secamente:
"No saben lo que piden"
Los otros diez apóstoles se indignaron contra Santiago y Juan por la petición que habían hecho, y no precisamente por ser más desprendidos y "espirituales". Ellos andaban, al parecer, en las mismas ambiciones (compruébalo en Lc. 22,24; Mc. 9,33-34). Pero los otros dos habían sido más atrevidos que ellos, se les habían adelantado, y quizá los tenían como demasiado pretenciosos.
Cuando están peleando por estas ambiciones:
"Jesús los reunió y les dijo: Saben que los que figuran como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes oprimen, pero no ha de ser así entre ustedes; al contrario, el que quiera subir, sea su servidor, y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos, porque tampoco este hombre ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos" (Mc. 10, 42-45).
Es decir que para Jesús el poder y la ambición de dominio sobre los demás no es en sí ninguna "grandeza". Porque el poder y el dominio esclavizan al que lo ejerce y al que lo soporta.
En cambio el servicio, sí es un "valor" y la verdadera "grandeza" del hombre, porque el verdadero servicio solamente se puede hacer desde el amor y la libertad. Por eso Jesús contrapone el deseo de grandeza ("el que quiera subir") a la práctica del servicio a los demás ("sea un servidor"); y el deseo de dominio y superioridad ("el que quiera ser el primero") a la disponibilidad completa para todos ("sea esclavo de todos").
Jesús dice de sí mismo que él no vino a que le sirvieran sino a servir y dar su vida para la liberación de todos. Porque la verdadera grandeza y libertad de la persona consiste en estar plenamente disponible para servir a los demás.
Jesús nos quiere hombres y mujeres verdaderamente libres, es decir, verdaderamente disponibles para hacer el bien a los demás.

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